miércoles, 28 de mayo de 2008

Testimonio de Samira

Samira a-Daghameh, 13

Tengo 13 años. Vivo con mi padre, Majdi al-Daghameh y mis hermanos: Muhammad, 12, Roah, 10, Manal, 9, Ruba, 4 y Qusay, 2. Mi madre, Wafa al-Daghameh, vivía con nosotros hasta que fue asesinada.

Nuestra casa está en la calle Abu Latifah, a unos 700 metros de la frontera con Israel, en Gaza.

El miércoles pasado (7 de Mayo), sobre las 2 de la madrugada, me desperté por el sonido de un fuerte disparo. Mi padre y mi madre estaban sentados en el sofá, viendo la televisión, y fui a sentarme con ellos. Después de unos minutos, regresé a mi habitación, donde mi hermano y mis hermanas dormían. Me acosté en la cama y me quedé dormida.

Sobre las 6 de la mañana oí a mi madre como levantaba a Muhammad, Roah y a Manal para que fueran al colegio. Ellos van a la escuela de la UNRWA (agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos), donde mi madre trabaja como profesora, así que van todos juntos. Ruba va a la guardería.

Cuando estaban a punto de dejar la casa, mi madre oyó disparos afuera y decidió no salir. A las 7:30, el director de la escuela la llamó y le dijo que tenía que ir al colegio. Así que mi madre salió de la casa con mi hermano y mis hermanas, mientras yo me quedaba con mi padre, con Ruba y con mi hermano pequeño, Qusay.

Recogí la casa y luego subí a la azotea para ver qué estaba pasando. Vi tres tanques parados a unos 500 metros de nuestra casa. Cuando vi los tanques, volví inmediatamente dentro de la casa porque tenía miedo de que me hirieran.

Sobre las 8:30, mi padre salió y fue a la casa de un amigo, justo al lado de la nuestra. Me quedé en casa con Ruba y Qusay. Nos sentamos en el salón y estuvimos viendo los dibujos en la televisión. Como media hora más tarde, hubo un corte de electricidad. A las 12:00 oí como alguien decía mi nombre. Me acerqué a la ventana y vi a mi madre. Me pedía que abriera la puerta “¿Cómo has venido a casa?” le pregunté. Me han traído. Entró rápidamente y fue a la cocina para prepararnos el almuerzo. Yo fui también a la cocina y estuvimos friendo patatas.

Cuando terminamos de comer, ella se sentó a estudiar. Ella estaba estudiando en la Universidad Abierta de al-Quds. Jugué con mi hermano y mi hermana.

De repente oímos el sonido de disparos afuera. Miré por la ventana y vi un bulldozer a unos 30 metros de nuestra casa. Unos minutos más tarde, los disparos terminaron.

Sobre las 4:15, fui a rezar. Todavía no había electricidad. Después de que terminara de rezar, fui a sentarme con mi madre en mi habitación y leí el Corán. De repente, oímos como una puerta ser rompía, cayendo al suelo. Miramos por la ventana y vimos como el ejército, con los bulldozers, removían la tierra y destruían la vaya de nuestro vecino, Ibrahim Abu Latifah. El bulldozer destruyó también su casa.

Nos sentamos todos en el suelo de la habitación y oímos como los tanques venían en dirección a nuestra casa. También oía las voces de los soldados hablando en hebreo en la ventana. Mi madre dijo que iba a ir a tender su ropa, así podría abrir la puerta rápidamente en caso de que los soldados llamaran. Se acercó y se paró en la puerta, en la parte oriental de la casa. Me quedé parada al lado de la ventana, en el mismo lado de la casa y vi un rayo rojo de luz. El humo lo invadió todo, de repente el suelo se llenó de pedazos de cristales y madera. No podía ver a mi madre porque el humo era muy espeso.

Fue a donde mi madre había estado de pie y encontré a dos soldados dentro de la casa. Uno de ellos miraba a mi madre, que estaba tirada en el suelo, y dijo en arabe: “genial”. Volví en seguida a la habitación porque tenía miedo de ellos. Uno de los soldados se paró en la puerta de la habitación. Ruba y Qusay estaban llorando. Eran las 4:30.

Vi a los soldados entrando en las habitaciones de la casa. Otros cogieron las alfombras que estaban en el suelo para cubrir a mi madre. Los soldados tenían muchas armas, llevaban cascos con una red verde que los cubría. También llevaban una especie de cañón grueso de un metro de largo, era de color verde. Daban miedo.

Pregunté a un de los soldados que dónde estaba mi madre, pero él no me contestó. Hablaban entre ellos en hebreo. Empecé a llorar y a preguntar una y otra vez: “¿dónde está mi madre?”. Ellos no me contestaron. Luego les pregunté si podía ir al servicio, así tendría la oportunidad de dejar la habitación y ver qué había pasado con mi madre. Uno de los soldados me dijo en árabe: “ven”. Cuando salí de la habitación, vi cuatro soldados en el corredor, yendo al cuarto de baño, cerca de donde mi madre había estado. El soldado que hablaba árabe me dijo que fuera al otro baño, así no vería a mi madre en el suelo, que estaba tumbada entre su habitación y uno de los cuartos de baños. El soldado fue conmigo, luego regresé a la habitación.

Había muchos soldados en la casa. Me quedé en la habitación con Ruba y Qusay. Uno de los soldados se sentó en la entrada. Sus ojos estaban cerrados, parecía que estuviera durmiendo. Yo tenía el móvil de mi madre, así que mandé un mensaje a mi padre diciéndole que ella estaba herida y que había soldados en la casa; él no vino. Todavía no había electricidad.

Sobre las 9 de la tarde, oí a los soldados que se levantaba y empezaban a mover cosas. Pensé que estaban cogiendo sus cosas para dejar la casa. Unos minutos más tarde, comenzaron a abandonar la casa. Uno de ellos dijo adiós y me hizo una señal con la mano.

Cuando al fin estaban fuera de la casa, quise ir a la casa de mis abuelos, que estaba a unos 300 metros de nuestra casa, pero los soldados seguían afuera y yo tenía miedo de salir. Dos horas más tarde, a las 11, los soldados se fueron. Cogí a Qusay y Ruba, quien corrió a mi lado todo el camino hasta la casa de mis abuelos.

En el camino, vi a mis tíos. Les dije que habían herido a mi madre y que pudiera ser que estuviera muerta. Comenzaron a gritar. Seguí hasta la casa de mis abuelos. Mi tío Muhammad estaba allí y le conté que mi madre estaba muerta. Él no me creía y corrió hasta nuestra casa. Me quedé en la casa de mis abuelos, llorando por mi madre, quien había sido asesinada sin ningún motivo por los soldados israelíes.

Ella estuvo en la casa cuatro horas, no la llevaron al hospital. Era horrible de ver.

Sobre las 11:15, una ambulancia llegó y llevaron a mi madre al hospital Nasser, en Khan Yunis.

Samira Majdi 'Abd a-Razeq a-Daghameh, 13, is a school pupil and a resident of Khan Yunis. Her testimony was given to Muhammad Sabah at the witness's home on 10 May 2008.

Original en : http://www.btselem.org/english/Testimonies/20080507_killing_of_Wafa_a_a_Daghameh.asp

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